Entrevista al poeta tinerfeño Javier de La Rosa

Recientemente, la Asociación Mundial de Juristas de la ONU  ha distinguido al escritor y poeta tinerfeño Javier de la Rosa por su contribución al respeto de los Derechos Humanos y la Paz en el mundo.

¿Cuándo se inició en el mundo de la poesía?

En el mundo de la poesía me inicié desde los cinco o seis años, tempranamente. Recuerdo que mi maestra fue Concha Acuña, una persona muy nombrada, porque en aquella época del magisterio español hubo mucha gente preparadísima. Yo tardé en aprender a leer y escribir. Mis compañeros, según me contaba mi madre y la propia maestra, ya se habían iniciado en la lectura y la escritura y yo no. Hasta que un buen día, la maestra nos manda a redactar una excursión por el campo; cuando le entrego lo que tengo escrito, me llama aparte, dijo que eso era asombroso, que era un poema. A partir de ahí, nació el poeta, aunque creo que el poeta nace antes de expresarse.  Según decía mi madre, cuando me llevaba en brazos hacia la casa de mis abuelos, yo me quedaba mirando hacia la luna en el atardecer. Entonces, ella siempre me decía que desde niño la poesía estaba latente en mí mirando absorto a la luna y su metáfora, y prosigo enamorado de ella.

Yo estudié en La Salle y los lasalianos son proclives al arte y la cultura, por lo que el colegio me dio la oportunidad de participar en concursos literarios. Cuando ingresé en el instituto Cabrera Pinto de entonces, todo cambió, fue más alegre y libre y di con grandes profesores. También me llevé  premios literarios, hasta que en los años 90 me otorgaron el Premio de Periodismo  Leoncio Rodríguez. Fue con una semblanza filosófica sobre el “ser” en el artista. Después lo desarrollé como novela: Los pasos en el aire, que no tuvo mucha suerte, tal vez por su contenido animista, decían. A día de hoy no se ha publicado y aún la conservo. A lo mejor la publico en algún momento o la tengo como algo especial, porque parte de ella fue el Premio Leoncio Rodríguez de Periodismo.

Le debo mucho a Italia y a Francia por los premios que me han otorgado. Me han concedido la medalla de Plata en poesía de la Academia de las Artes de la ciudad de París; el Premio Italia de poesía; el Premio Profumo di marzo de Roma en poesía;  nombramiento de Lugarteniente de la Legión de Honor TRS de Sicilia; Caballero Comendador de la Cruz de Malta; Caballero del Corpus de Toledo; etc. El año pasado se votó, por unanimidad, mi nombramiento como Hijo Predilecto de La Laguna, estoy a la espera de que se celebre el acto oficial de entrega en el Ayuntamiento.

¿Qué poetas han sido sus referentes?

Poetas favoritos algunos, pero que hayan influido en mi poesía, ninguno. Un crítico de literatura, José María Balcells, dijo que yo no tenía influencia de nadie. He sido siempre un sello propio, he sido yo y nada más. Pero sí que he tenido poetas favoritos como Leopoldo Panero padre,  ha sido una exquisitez de sensibilidad y lírica en la poesía española. También Juan Ramón Jiménez y María Sambrano. En ella se mezcla la filosofía con la poesía,  es inconmensurable. Atendida tardíamente su personalidad como escritora; porque la mujer ha sido resquebrajada y esquilmada intelectualmente  a lo largo de las épocas, y no hay derecho a eso.

¿Se esperaba, en algún momento de su trayectoria profesional, conseguir tantos premios literarios?

No, jamás. Siempre he sido una persona sencilla.  Se nace con un don y luego se va trabajando con constancia. Cuando fui funcionario en la Universidad de La Laguna, terminaba de escribir en mi casa de madrugada, teniendo siempre que ir al día siguiente a la Universidad con cara de sueño. En ese momento, no tenía otro remedio, pero ahora continúo con esa costumbre. Hay una serenidad en el ambiente, te escuchas a ti mismo y a la voz del silencio.

De todas sus obras, ¿sabría destacar alguna como la más importante de su vida?

Hay varias, pues tengo cerca de 51 obras. Una puede ser Río branco, como novela breve. También Los pasos en el aire, que es una obra poética y filosófica. Otra es La cruz del río Paraguay basada en la vida del jesuita palmero José de Arce y Rojas, se la entregué a la secretaría del actual Papa cuando estuve en Roma recientemente. Por la tarde de ese mismo día, me comunicaron que el Santo Padre la tendría en sus manos. Esta es una de mis obras favoritas, que a veces la releo y me pregunto cómo pude escribir esto. Pienso que es fruto de esos momentos de luz y de inspiración.

La Laguna, ciudad sola es una obra que le dediqué a la ciudad de La Laguna. Es una obra curiosa, que fue editada por mi editor Huerga & Fierro. Este poemario es una obra dedicada a mi ciudad con lirismo. Hay que decir que me han colocado el sello de que soy el último poeta lírico vivo. Si se toma el lirismo como un sentimiento sí, pero el lirismo debe llevar aparejado otro sentimiento, el intelecto. El lirismo solo y propiamente dicho caería en lo sensiblero y de eso hay que huir siempre, porque la sensiblería es nefasta. Otra obra que hay que destacar es Lady verse, el hada de la hiedra, dedicada a Inglaterra. Es un compendio del mundo feérico, de las hadas. Y  la novela Galdós enamorado.

¿Qué supuso para usted ser candidato al Premio Nobel de Literatura en 2015?

Supuso y sigue suponiendo una meta, que he conseguido, y que siempre estaba rondando mi mente. El mundo de la literatura es muy complicado, porque escribir es duro. No hay que olvidar que la literatura es una de las bellas artes y se suele olvidar. Siempre la quieren colocar en una tesitura intelectual con unas normas y unas reglas hacia lo establecido, como tema más de universidad y enseñanza que de las bellas artes. No hay que dejar atrás el frescor, la espontaneidad y la creatividad de la obra literaria. El artista nace y luego a base de trabajo puede adquirir una serie de cuestiones o normas en las universidades, pero nunca pueden ser muros para el desenvolvimiento de la propia creatividad. El artista es un ser creativo y siempre tiene que estar libre, exento de normas.

¿Cómo definiría su labor como miembro del Parlamento Mundial de Seguridad y Paz de la ONU?

En el Parlamento, mi labor es social y cultural. Luchar por la defensa del Estado de Derecho para la humanidad. En general, debo potenciar los derechos humanos,  universalizarlos y estar siempre expectante y abrigando la paz mundial  y el respeto a los derechos del hombre.

Recientemente, le han designado el Premio La Alianza Mundial de Juristas de la ONU. ¿Qué sintió cuando se lo comunicaron?

Sentí que no me lo podía creer. Me acompañó mi esposa, Rosario Alonso Panero, al Congreso del Parlamento de la Seguridad y la Paz de la ONU en Roma. Ella es sobrina carnal de Leopoldo Panero padre y prima de Leopoldo María. Aprovecho ahora para decir que  es ilustradora y me ilustra la mayoría de mis obras. Es una artista también y vamos a la par.

En el transcurso de las sesiones parlamentarias, oigo que el Presidente nombra mi apellido, pero no lo entiendo bien por la pronunciación dificultosa que tienen otros idiomas de la erre española. Accedo  a recoger el premio y me veo en frente de todo el cuerpo  diplomático, me quedé sin palabras. Se me fueron los estribos y  emocionado agradecí el premio en italiano. Este premio me ha dado más seguridad como escritor de la que tengo; a través de mi vida parlamentaria de unos diecisiete años, en defensa del Estado de derecho y los derechos humanos.

Durante muchos años trabajó en la Universidad de La Laguna, ¿qué recuerdo guarda de esa etapa?

Guardo recuerdos muy buenos y recuerdos no tan buenos. Yo pertenecí a la administración, aunque después tuve una época en la que di clases de Artes escénicas y Dramáticas en la Asociación de Mayores. Siempre ha habido un escalón entre la administración y el profesorado. Funcionarios somos todos y ese escalón no se ha  solventado. Sigue la Universidad con una imagen intestina excesivamente reglada  y eso no la hace caminar bien. Debería desatarse de  normativas obsoletas y conformarse en libertad y aprendizaje universal. Espero que se vaya abriendo cada vez  más. Su profesorado es excelente. Tuve amistades e inmediatos superiores formidables, me ayudaron a que yo prosiguiera escribiendo, incluso en el mismo Centro. Por último, repito que la Universidad debería de desprenderse de esas reglas tan rígidas que agobian el día a día, pudiendo desembocar en una rutina más distendida y creativa.

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